lunes, 26 de enero de 2009

Este es el aguante.

Era un día de calor allá por mil nueve noventa y muchos. De semi purrete estaba en una cola sin fin para conseguir un codiciado trabajo, creo de telemarketer. El nerviosismo, la ansiedad o el pancho que ingerí un rato antes activaron la terrible sensación. A mitad de camino de la fila y de cumplir el objetivo de llenar al menos una planilla, el síntoma se tornó ingobernable. Cuclillas, pensar en otra cosa y demases en pos que mis ganas irrefrenables de sentarme en el trono se vayan.

Con mucho estoicismo fuí sobrellevando ese malestar. De un momento a otro, me encontré con sólo dos personas delante mío. Estaba cerca, mi esfuerzo iba a tener recompensa. Lo logré. Dejé todo de mí. Todo en el baño de un bar que encontré a la vuelta.

Lcs.


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